
La Navidad en New York es de una alegría extraordinaria, aunque no se puede comparar, claro está, con las Navidades en Granada, cuyo ambiente poético y popular es único en el mundo.
Pero el espectáculo popular es también vivísimo en esta gran ciudad. Todas las tiendas, teatros, cafés, fachadas, escaparates y casas particulares están llenas de coronas de muérdago con cintas rojas, en espera de la buena suerte. En todos sitios están puestos los árboles de Noel, en las estaciones, en las librerías, en las farmacias, en el metro. Y por si no fuera poco, en Times Square, que es el centro de la ciudad, donde se reúnen todas las locuras eléctricas y todos los ritmos mecánicos y todos los ruidos de metal y temblores increíbles, allí, en medio de la calle, han puesto un gran pino cubierto de luces eléctricas y letreros dando las felices pascuas a todos los vecinos de New York y extranjeros. El pino está lleno por las ramas de bocinas que transmiten música de baile de las mejores orquestas. Es un rasgo de buena delicadeza éste de poner un árbol de Noel que sólo expresa hogar y tono íntimo, en medio de la gran urbe, para los que no tienen casas, ni tierra, ni nada. Éstos son los contrastes de New York. Desde luego, el movimiento es mayor y se nota que es la Pascua. Yo creo que la gente cristiana celebra con esta alegría el nacimiento de Cristo para expresar su desprecio a los judíos. Aquí en New York hay dos millones y medio de judíos, que son los que llevan el peso de los negocios pero que los americanos odian hondamente.
El día de Año Nuevo los Brickell darán una fiesta española con uvas, y se harán por vez primera los estrechos entre gente exclusivamente americana.
A su familia, mediados de diciembre de 1929
Yo, solo y errante, agotado por el ritmo de los inmensos letreros luminosos de Times Square, huía en este pequeño poema del inmenso ejército de ventanas donde ni una sola persona tiene tiempo de mirar una nube o dialogar con una de esas delicadas brisas que tercamente envía el mar sin tener jamás una respuesta:
Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.
Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.
Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!
Conferencia recital